Balcones comestibles

Quién no ha tirado alguna vez una fruta podrida por haber llenado demasiado la  bolsa en el supermercado.  Si el usuario final es el propio productor de alimentos la situación probablemente cambiará. La dificultad para sacar adelante la cosecha ajusta el consumo a la producción y  por lo tanto se evita el derroche.

Cuidar de un huerto propio es un buen recurso educativo para todos los miembros de una familia. El aprendizaje y el desarrollo de la imaginación son dos constantes durante el proceso. La educadora ambiental Lorena Arcos, subraya que “los cuidados de las plantas requieren constancia, responsabilidad y sobre todo paciencia”. Es probable que al iniciarse en el mundo del autocultivo algún intento resulte fallido, pero no hay que desesperar. Lo mejor es empezar por retos alcanzables. La motivación es mayor al utilizar especies de crecimiento rápido porque producen resultados inmediatos, como por ejemplo los rabanitos, idóneos para iniciarse en el arte del cultivo.

Una de las claves para segurar el éxito es el tipo de semilla utilizada. Al tratarse de agricultura ecológica las semillas también deben serlo. Si cumplen todos los requisitos y son totalmente naturales estarán regladas y portarán un sello distintivo. También es importante comprobar  la caducidad y el buen estado de las semillas, en este sentido es fundamental asegurarse de que el sobre que las contiene no ha sido manipulado ni está deteriorado. Si el envase está en malas condiciones las semillas pueden ser estériles.

Puedes leer el reportaje completo aquí.

Esta entrada fue publicada en Balcones comestibles y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario